El movimiento de mujeres palestinas Alkarama, dirigimos nuestra voz al mundo para denunciar el plan de «paz» negociado entre los criminales Donald Trump y Benjamin Netanyahu, diseñado para ser impuesto a nuestro pueblo. Rechazamos esta farsa que pretende enterrar nuestras aspiraciones nacionales bajo una falsa apariencia de tranquilidad.
No en vano, la legítima resistencia del pueblo palestino, aglutinada bajo la Sala de Operaciones Conjuntas donde están representadas todas las facciones de la resistencia, no ha claudicado ni ha firmado el acuerdo que Trump quiere imponer. De momento tan sólo se ha firmado la primera fase de alto el fuego, que implica el intercambio de los rehenes israelíes por 2.000 rehenes palestinos en cárceles sionistas, la retirada del ejército sionista, el fin de los ataques y la entrada de la ayuda humanitaria.
Una Paz Impuesta y sus Verdaderas Intenciones
Observamos con profunda desconfianza cómo se ha cocinado este acuerdo sin la participación legítima del pueblo palestino. Consideramos que este plan no es más que la consolidación de una derrota impuesta, cuyos detalles ambiguos y mecanismos de ejecución poco claros están diseñados para favorecer únicamente los intereses israelíes y sus aliados.
Ausencia de Soberanía Verdadera
El plan establece una «Junta de Paz» internacional presidida por el propio Trump, lo que convierte a Gaza en un protectorado bajo control extranjero. Esta estructura de gobierno temporal, lejos de ser un paso hacia la autodeterminación, busca administrar la ocupación con otro nombre, negando nuestro derecho fundamental a gobernarnos.
El Engaño del Desarme
Se exige la desmilitarización total de la resistencia mientras se permite que Israel mantenga una «presencia de seguridad perimetral» dentro de Gaza. Esta condición asimétrica garantiza el control israelí sobre nuestro territorio de forma indefinida y convierte el alto al fuego en una rendición incondicional.
Una Estadidad Illusoria
El plan menciona una vía hacia la estadidad palestina, pero Netanyahu ha declarado abiertamente que nunca permitirá un Estado palestino. Esta vaguedad deliberada revela que la «paz» que se nos ofrece es la paz de los sepulcros, la de la sumisión perpetua.
El Costo Humano y la Destrucción que el Plan Ignora
Mientras los líderes celebran en Sharm el-Sheikh, nuestro pueblo regresa a una Gaza reducida a escombros, donde el tejido social ha sido aniquilado. El plan habla de reconstrucción, pero nada puede reconstruir las miles de familias borradas del registro civil, ni devolver la vida a los niños masacrados, ni sanar la psique colectiva de un pueblo que ha vivido bajo las bombas.
La catástrofe humanitaria es el telón de fondo de este acuerdo. Con más del 10% de nuestra población en Gaza asesinada o herida, se nos pide que aceptemos una «normalidad» que es sinónimo de opresión continua. La ayuda humanitaria no puede ser un sustituto de la justicia, la libertad y el derecho al retorno.
La Lucha por la Liberación Sigue
Por todo ello, desde Alkarama declaramos:
1. Rechazo Total: Rechazamos cualquier plan de paz que no esté basado en el derecho del pueblo palestino a la justicia y el derecho inalienable del pueblo palestino a su autodeterminación y a una soberanía plena.
2. Resistencia Popular: Hacemos un llamado a nuestro pueblo y a la diáspora para que intensifique la resistencia popular y el boicot contra la ocupación colonial y sus cómplices.
3. Solidaridad Internacional: Instamos a los movimientos de mujeres y a todas las fuerzas progresistas del mundo a fortalecer su alianza de lucha con nuestra causa, confrontando al imperialismo y al sionismo que nos oprime.
4. Unidad Nacional: La verdadera paz solo llegará cuando se ponga fin a la ocupación colonial, se desmantele el apartheid y se permita a los palestinos vivir en libertad y dignidad en su propia tierra.
No nos dejaremos engañar por los cantos de sirena de una paz falsa. Nuestra lucha continuará hasta la liberación de toda Palestina histórica. La determinación de las mujeres palestinas, que han estado al frente de la resistencia popular durante décadas, es más fuerte que cualquier plan diseñado para perpetuar nuestra sumisión.