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Gaza resiste: de la solidaridad puntual a la constancia revolucionaria con Palestina

Mujeres palestinas, sumud y solidaridad internacionalista frente al genocidio, la censura y la ocupación sionista

Desde Gaza, las mujeres palestinas sostienen la vida en medio del genocidio, el asedio y la destrucción sistemática. Hoy, más que nunca, es urgente transformar la solidaridad puntual y emocional en un compromiso político, feminista e internacionalista constante, capaz de enfrentar la ocupación sionista, la censura, la complicidad de los gobiernos y el intento de normalizar el exterminio del pueblo palestino.

Gaza necesita hoy que la solidaridad no sea un gesto pasajero, sino una práctica sostenida de acompañamiento, organización y lucha. Para las mujeres palestinas, la solidaridad no es caridad ni compasión: es una forma de resistencia compartida, una herramienta para defender la vida, la dignidad y el futuro frente a un proyecto colonial que busca borrar a todo un pueblo.

En un momento en el que la ocupación sionista vuelve a amenazar con una nueva escalada militar, mientras mantiene intactas las condiciones materiales del genocidio, resulta evidente que su estrategia no es solo militar. Es política, mediática y económica. Busca confundir, desgastar, desmovilizar y quebrar la voluntad colectiva, tanto dentro de Palestina como a escala internacional.

Gaza hoy: una agresión que no se ha detenido

La situación en Gaza sigue siendo extremadamente grave. A pesar de los discursos oficiales sobre “treguas”, “fases” o supuestos avances diplomáticos, el régimen sionista mantiene intacta su estructura de guerra contra la población palestina. Los bombardeos selectivos, los disparos indiscriminados, las demoliciones y la persecución de personas desplazadas no han cesado. La ocupación controla más del 53 % del territorio de la Franja y utiliza ese dominio para imponer una realidad de asfixia permanente.

El objetivo no es únicamente militar. El régimen sionista trabaja de forma consciente para impedir cualquier posibilidad real de recuperación de la vida en Gaza, manteniendo colapsados los sistemas de salud, alimentación, agua, educación y vivienda. Esta política del “mínimo permitido” no busca aliviar el sufrimiento, sino prolongarlo, desgastar a la población y empujarla hacia el desplazamiento forzoso como única salida posible.

En paralelo, el régimen sionista prepara el terreno político y mediático para nuevas agresiones, alternando amenazas abiertas con operaciones de engaño, presión psicológica y construcción de relatos destinados a justificar lo injustificable. La guerra de exterminio contra Gaza no se ha detenido: se ha reconfigurado, adaptándose a un contexto en el que la movilización internacional ya no ocupa diariamente los titulares.

Censura, complicidad y responsabilidad de Europa

Uno de los elementos más peligrosos de esta fase es el intento sistemático de apagar la solidaridad internacional. La reducción de las movilizaciones, el silenciamiento mediático y la censura en redes sociales forman parte del mismo engranaje de guerra. Plataformas digitales bloquean contenidos, eliminan cuentas, ocultan testimonios y penalizan el alcance de las voces palestinas y solidarias, contribuyendo activamente a ocultar el genocidio en curso.

Europa tiene aquí una responsabilidad directa. No solo por su silencio, sino por su complicidad política, económica y militar con la ocupación sionista, y por criminalizar la solidaridad con Palestina, persiguiendo a activistas, organizaciones y movimientos populares. Esta represión no es neutral: es parte del intento de aislar a Palestina, normalizar el crimen y desmovilizar a los pueblos.

Sin embargo, debemos afirmarlo con claridad: estas medidas no han logrado engañar a la solidaridad internacionalista, ni lo lograrán. En los últimos dos años, Gaza ha abierto los ojos del mundo. Millones de personas han visto la verdadera cara del sionismo: un proyecto colonial, racista y violento, sostenido por la impunidad y el silencio institucional. Ese despertar no puede borrarse con algoritmos ni con censura.

La constancia como forma de resistencia

Desde el movimiento de mujeres palestinas sabemos que la lucha es larga y que el desgaste es una herramienta central del opresor. Por eso insistimos: la constancia es hoy una forma de resistencia. Resistir es seguir hablando cuando quieren silenciarnos, seguir organizándonos cuando intentan aislarnos, seguir apoyando a Palestina cuando buscan sembrar cansancio, miedo o desánimo.

Gaza no es solo una herida abierta: es un faro de dignidad. Las mujeres palestinas, desde los escombros, los campamentos de desplazadas, los barrios arrasados y el exilio, siguen enseñando al mundo el verdadero significado del sumud: sostener la vida mientras se lucha por la liberación.

Desde el Movimiento de Mujeres Palestinas – Alkarama afirmamos que la solidaridad con Palestina no puede depender de los ciclos mediáticos ni de coyunturas políticas. Es un compromiso ético y político que exige constancia, organización y valentía.

Frente a la censura, respondemos con más voz.
Frente al ocultamiento, con más memoria y verdad.
Frente al desgaste, con más lucha colectiva.

Seguiremos apoyando a nuestro pueblo palestino en su camino hacia la liberación, desde el río hasta el mar, porque la justicia no se negocia, la dignidad no se cansa y la libertad no se abandona.

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